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Panamá: La factibilidad y condiciones del “nuevo paradigma”

(Lectura válida para la coyuntura de la Pandemia del Coronavirus)
Por William Hughes




















La factibilidad y condiciones del “nuevo paradigma”

Lectura válida para la coyuntura de la Pandemia del Coronavirus.

Por William Hughes

A finales de los años sesenta e inicios de los setenta, cuando se expresaban los síntomas de la crisis del estilo de acumulación de capital ejecutado después de la segunda guerra mundial, también se puso de manifiesto el deterioro del paradigma teórico keynesiano que lo soportaba.  La crítica al paradigma dominante arreció.  Se confrontaron entonces, dos visiones, esencialmente: el neoricardianismo y la teoría neoclásica, a la cual se le habían introducido desarrollos, que consideraban el cambio tecnológico (Soloy y Meade) y  los aspectos monetarios (Friedman). Se trató del conocido debate Cambridge vs Cambridge.  Esto, a su vez, activó la reflexión sobre la teoría marxista, dado que Piero Sraffa, máximo exponente del neoricardianismo, entendía su propuesta teórica-económica, como la crítica a la teoría neoclásica y al mismo tiempo, una alternativa a la teoría valor trabajo de Marx. La perspectiva neoricardiana se correspondía más con la “profundización” del keynesianismo, pero era éste, precisamente, el paradigma teórico en cuestionamiento.  Optar por él habría significado profundizar las reformas sociales, favorecer más la distribución del ingreso a favor de los trabajadores,  y con ello, deteriorar más la tasa de ganancia, que era la máxima expresión de la crisis del estilo de acumulación capitalista de entonces, el llamado estado benefactor.  Contrariamente, el paradigma teórico alternativo, debía dar respuestas a la caída de la tasa de ganancia, por lo que era obligante que implicara un aumento del grado de explotación de la fuerza de trabajo, para cambiar la distribución del ingreso a favor de las ganancias y en detrimento de los salarios de los trabajadores, cuestión primaria, aunque no suficiente (depende del aumento del capital invertido), para aumentar la tasa de ganancia. La propuesta neoclásica, que hoy conocemos como neoliberalismo, se correspondía con los requerimientos de revitalización de la acumulación de capital.

Las mismas condiciones que resultaron en la disminución de la tasa de ganancia desde la pos guerra, que implicó el aumento de la participación de los salarios de los trabajadores en el producto interno bruto, crearon una especie de colchón amortiguador para que la clase trabajadora resistiera “los ajustes” económicos y sociales que significó el desmantelamiento del “estado benefactor”. Estas condiciones objetivas hacían factible la ejecución del paradigma neoliberal. Ello, pese a que, en el plano del debate teórico, el neoricardianismo y el desarrollo de la teoría marxista que se produjo en el contexto del debate, habían mostrado las serias debilidades de la teoría neoclásica, incluyendo sus adornos añadidos. La cuestión no era académica-teórica, sin desmeritar su importancia, pero no es aquí donde se define el “nuevo” paradigma dominante-hegemónico.  Ello está marcado por las exigencias históricas de la acumulación de capital.

Si se quiere visualizar hacia dónde se dirige la renovación-ruptura del paradigma teórico económico, es imprescindible reflexionar sobre las exigencias actuales de la acumulación de capital (frente a las circunstancias de crisis), y de la factibilidad de concretar dichas exigencias. Ello supone darle respuesta a las causales de la crisis del estilo de acumulación ejecutado hasta ahora, cuyo sustento teórico lo ha sido el paradigma neoliberal.  Esta tarea supera el propósito que nos hemos planteado en este trabajo, y solo presentaremos unas ideas sobre el tema.

El neoliberalismo ha dado respuesta a la crisis de la tasa de ganancia aunque no de forma sostenida, o al menos, la “sostenibilidad” ha implicado permanentes sobresaltos que se expresan en episodios de crisis (crash de la bolsa de valores de 1987, crisis de México (1994), crisis asiática (1997), crisis de las empresas “dot.com” en los Estados Unidos (2000) y la crisis financiera más reciente (2008) y la cual se señala, aún no ha sido superada. Por otro lado, la solución de la crisis de la tasa de ganancia ha producido condiciones de crisis en otros aspectos: crisis de la reproducción de la vida de grandes sectores de la población, y crisis ambiental.  Estas dos últimas caras de la crisis son esenciales para el aseguramiento de la existencia de la vida en el planeta, por lo que sería irrelevante el que se haya resuelto la crisis de la tasa de ganancia, si esta solución de corto plazo hace desaparecer soluciones futuras.  Sería “cortar la rama donde se está sentado”, en palabras de Hinkelamert.

Pero, además, como la reproducción social trasciende lo estrictamente económico, la solución de la crisis de la tasa de ganancia promovida por el neoliberalismo, también ha deteriorado, profundamente, el sustento ideológico y político de la acumulación de capital, lo que se expresa en cada vez mayor pérdida de “confianza”, pérdida de la “fe”, en el sistema, deterioro del “capital social” y ruptura del “contrato social”, del que habla con preocupación Stiglitz, pero, porque ello puede, dice, producir “cosas peores”.  En la actual coyuntura no existe aquél “colchón de amortiguamiento” que había al momento de redefinir el paradigma keynesiano. Ahora, la concentración del ingreso y la riqueza en unos pocos, ha alcanzado proporciones inimaginables, al punto que ella no es posible que sea ignorada. El “nuevo” paradigma también debe dar respuesta a esta diferencia de circunstancias. 

En este sentido, la propuesta de “nuevo” paradigma de Stiglitz, que ataque las desigualdades (sociales y de ingreso), en el marco de un nuevo discurso ideológico y político que afiance “la confianza” y “la fe” en el sistema, es consistente con los requerimientos actuales del paradigma teórico-económico alternativo al neoliberalismo.  Ello supone, mayor regulación económica (sin atentar contra el libre mercado dice Stiglitz), mayor inversión pública y poner mayores impuestos a las grandes fortunas, al uno por ciento más rico. Estos serían los requerimientos del “nuevo” paradigma, los cuales reúne la propuesta de Stiglitz.

Pero, es la respuesta que requiere la crisis de la caída de la tasa de ganancia? Stiglitz implícitamente plantea que sí, porque no se atrevería a decirlo explícitamente; a lo sumo diría que es bueno para todos los capitalistas (los “buenos”), que son los que producen el “capitalismo con alma”. Mayores impuestos al uno por ciento más rico, no afecta significativamente el multiplicador de la economía, dice Stiglitz, en lo que se puede estar de acuerdo.  La cuestión es la fuerza política del uno por ciento y la factibilidad de aumentarle los impuestos.  Supondría el control del estado por parte de un sector burgués que también forma parte del 1 por ciento, pero que está preocupado por la existencia del sistema capitalista a largo plazo, como sería George Soros. Igualmente, habría que aceptar que este sector jamás ha tenido influencia decisiva en la gestión del estado durante la ejecución del neoliberalismo, o si la tuvo, ahora no la tiene, cuando ha cambiado su visión de la reproducción del capitalismo.

De cualquier forma, implicaría que el capitalista acepte una tasa (y cantidad) de ganancia inferior a la máxima, cuestión que la propuesta de Stiglitz excluye, en tanto que abraza la lógica “microeconómica” neoclásica de la maximización de las ganancias y de los determinantes del empleo bajo este criterio. En el plano teórico, la propuesta de Stiglitz parece más “sensata” para la acumulación de capital de largo plazo (lo que obligaría a la renuncia de la maximización de las ganancias como criterio de organización económica), como también planteaba (y plantea) el neoricardianismo, pero no pareciera que es lo que requiere la forma específica de acumulación neoliberal.  Llevar a la práctica un nuevo paradigma como el que propone Stiglitz, supondría mejorar las condiciones sociales de la gente, disminuir la tasa de explotación, lo cual no ayuda al aumento de la tasa de ganancia.  Esto no parece materialmente factible, y tampoco se hace materialmente difícil, continuar aumentando la tasa de explotación de la fuerza de trabajo y deteriorar aún más las condiciones materiales de vida de la mayoría de la población.

Este es el problema.  El neoliberalismo no es respuesta a la acumulación de capital en crisis (el que la haya generado no es argumento, porque eso también se le puede atribuir al keynesianismo), pero un “keynesianismo remozado” o un “neoricardianismo” tampoco es respuesta a la crisis de la caída de la tasa de ganancia.  Qué queda entonces?  Lo “sensato” para la sobrevivencia del capitalismo a largo plazo es renunciar  a la maximización de las ganancias, pero esta renuncia implica renunciar a su condición de “ser” capitalista.  La propuesta de Stiglitz se acerca más a proponer, continuar ejerciendo el principio de maximizar las ganancias, pero acompañar la dinámica con algunas reformas para que se fortalezca el “capital social”, “la confianza”, “la fe”, de que las cosas se están, o se van, o de que es posible que, se hagan, de que un mundo mejor es posible. El capítulo 10 del libro de Stiglitz, “El precio de la desigualdad”, precisamente se titula “El camino a seguir: otro mundo es posible”  La cuestión sería entonces, ideológica y no de atender realmente la crisis de la reproducción de la vida humana y la crisis ambiental. Pero, incluso, el que la burguesía hegemónica acepte esta opción, supondría aumentar los impuestos a los que más tienen, para poder hacer acciones que hagan creíble que las cosas se están haciendo para beneficiar a la mayoría y no al sector más rico. La factibilidad de que la burguesía hegemónica acepte esta opción, no parece viable actualmente, por lo que ello llevaría a profundizar el totalitarismo del mercado, lo que sería una solución sin solución. Pero, QUÉ de los movimientos sociales, de las fuerzas contestarías?  Cómo se introduce su rol en la redefinición–ruptura del nuevo paradigma teórico-económico?

Esta es la tarea pendiente que toca hacer. Porque una alternativa de ruptura supone el desarrollo ideológico, político y organizativo del movimiento popular, escenario donde se define el devenir histórico de toda sociedad: en la lucha de clases.

Panamá, 30 de noviembre de 2019.






Enviado el Sbado, 04 abril a las 16:22:26 por franckoi
 
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